Creo que con algo se debe nacer, evidentemente, pues escribir significa mucho esfuerzo no sólo en cuanto a imaginar, sino a informarse, cuidar y perfeccionar el estilo y, evidentemente, lo que conlleva más tarde, una vez terminada la obra, pues es necesario revisar lo escrito bastantes veces en distintos periodos de tiempo.
Si no se nace con una predisposición especial, creo que el escribir por escribir, sin sentirlo, se hace muy cuesta arriba. El profano cree que es simplemente sentarse ante un papel, rellenarlo con letras y punto. Así nos va hoy en día con muchos best-sellers.
Para mí, es algo compartido. Tal y como lo mencionan en el comentario anterior. El talento natural, la aptitud no es suficiente. Debe formarse con paciencia y disciplina. Aun la misma imaginación debe pulirse y entrenarse. Nutrir el intelecto, fortalecer el espíritu, sensibilizar el alma. Alcanzar esa sensibilidad es un proceso que no surge de un día.
Claro, que hay excepciones. Personas dotadas de una brillantez natural, pero ello no exime al hecho de la necesidad de una formación profunda.
La vida nos brinda oportunidades únicas para formar ese talento artístico. Pero requiere de nosotros la capacidad de transformar esos momentos en experiencia, y esa experiencia en argumentos y palabras claras para expresar.
De poco ayudaría tener un talento innato, y no poseer la técnica requerida para explotarlo. Y eso, se consigue con trabajo.
Todo el mundo puede escribir, incluso pueden escribir algo bueno, con la suficiente práctica. Pero sólo algunos tienen (tenemos, si se me permite) la intensa necesidad de escribir, a veces obsesiva y siempre liberadora.
Cualquier persona, independientemente de la edad que tenga, cuando utiliza el codigo escrito para comunicar ideas o pensamientos está escribiendo, incluso los garabatos iniciales de los niños pequeños ya son un indicio de lo que más adelante llamaremos Escritura(pre-escritura). Esto para mí es muy importante ya que, como ocurre con la lectura, creo que es un proceso que no se debe forzar y debe surgir de manera natural. Pero, aunque todo el mundo tiene la necesidad de escribir en algún momento de su vida, no todos comparten el mismo fin. Transformar la realidad que vivimos en palabras ,dibujar nuestro propio cuento con cada coma, y decidir cuándo ponemos el punto y final a nuestra historia es algo que sólo nos podemos permitir con la soledad de nuestra inagotable pluma: nuestra imaginación.
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