Enviado el: 10/04/2013 20:52 por Orfeo
La alegría de vivir y las ganas de transmitirla. Dos constantes en la vida y obra de José Luis Sampedro. Toda esa actitud que convierte Monte Sinaí en uno de mis libros de referencia se puede ver en La vieja sirena, Real Sitio o, sobre todo, La sonrisa etrusca. La aventura interior de un viejo cascarrabias que se amansa durante sus últimos meses gracias a un nietecito recién nacido es un buen resumen de ese José Luis Sampedro ancianito de barba profética, ese pope de las juventudes, ese abuelito que todos habríamos querido tener; en resumen, ese anciano con vocación de referente moral de las nuevas generaciones (tras las desapariciones de José Luis López Aranguren y Enrique Tierno Galván, que desempeñaban ese papel hasta los años ochenta). Quiso la fatalidad que Sampedro viviera una situación irónica: nada más escribir este delicioso canto a la vida y la aceptación de la muerte inminente, Sampedro pasó por el trance de la pérdida de su primera esposa.
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#1 Gran pérdida. Buen escritor y mejor persona.