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complejo grandioso, como casi siempre novela#3 Lo picotee alguna vez y me gusto lo tengo listo para leer en los proximos meses
#1 Excesivamente complejo, reconozco que al final me lo acabe por puro orgullo aunque no por ganas de terminarlo. No se, tal vez es que no me da para tanto :-)
#2 El mundo esotérico no me era desconocido, así que pensé que podría aprender del rigor, la imaginación y el estilo de Eco... pero no fue lo que encontré. La lectura se me hacía cada vez más pesada y falta de interés. Diría que la erudición venció a la capacidad creadora de Eco, dejando un libro más bien árido y sin pulso.
No pude evitar la comparación con "El nombre de la rosa" (lo que siempre es un error) y quizá ello me privó de hacer algún descubrimiento estimulante en el Péndulo de Foucault.
#4 Creo que ya lo han dicho por aqui... arido, tedioso, laaaaargo sería el mejor adjetivo. Avanza lento por todo el argumento haciendotelo interminable. Si buscas a Umberto este no es el libro de verdad, pero si te gusta la densidad y las historias hiperdocumentadas adelante. De hecho he de confesar que lo he aparcado para una mejor ocasion.
#5 Hace muchos años una amiga en la facultad me habló de un libro de Umberto Eco que le había causado una honda impresión... de vacío. Dijo algo así como: «He recorrido, durante las cien páginas que he soportado de su lectura, muchas emociones: del cero al uno». O algo así, ya sabéis que la memoria extrae sus conclusiones desde la fragmentación (y ahora la neurología habla de que los recuerdos surgen de distintas zonas) y casi siempre crea espectros que nos parecen reales. Vamos, que me lo estoy inventando.
Pero debo decir de mi amiga que era, y es, cristiana convencida, cursaba ciencias empresariales y no solía reírse de sí misma (de mí sí se reía con frecuencia, la muy jocosa). Cuando me encontré en la librería en ese espacio de nadie en el que lo mismo te capta un libro de Magda Zsabor como otro de Stephen Hawking y sus fullerenos, vi el lomo de este libro de Umberto Eco en la magnífica edición (salvo por el encuadernado) que presenta DeBolsillo. Y me vinieron a la mente las críticas de mi amiga. Ahora veo que nunca le estaré lo suficientemente agradecido por haber accedido a él gracias a su desencanto.
Desde las primeras páginas ya se desprende un delicado tufo a imprecaciones contra el lector impaciente, que va buscando una respuesta o identificarse con algo de lo que lee o que cree que esto debe ser algo serio. Por momentos aparecen Borges, Lovecraft, Derleth y Joyce narrando como si Eco se hubiera difuminado entre sus párrafos; pero no se ha ido, y el pavor que debe sentir este hombre a tomarse en serio a sí mismo se convierte en un frontón insalvable para el que crea que el autor está escribiendo para él.
Los personajes, tan inmortales Jacopo Belbo y el autoproclamado judío porque sí, Diotallevi, como la Berthe Trepat de Cortázar o el Castorp de Mann, transitan entre la erudición más desternillante y la burla más cruel, la desmitificación más dogmática que pone de relieve la conversión del racionalismo en otra religión más, e incluso la posibilística cuántica.
Imaginaos a un tipo que quiere informarse sobre los libros publicados que tratan «el tema que cualquier loco, ineluctablemente, sacará en cualquier conversación: los templarios», y la respuesta del editor de Garamond, Jacopo Belbo.
Escuche esto, señor, lo tomo al azar de este autor novel: «La prueba de que existió la expedición de la Orden del Temple a Escocia reside en que hoy, 650 años después, hay en el mundo órdenes secretas que dicen descender de la Milicia del Temple. ¿Cómo explicar de otra manera la continuidad de esa herencia».
¿Se da usted cuenta? ¿Cómo es posible que no exista el marqués de Carabás, puesto que hasta el gato con botas decía servirle?
Cuando un libro te provoca lágrimas de risa en el Metro o en un parque, es que es un gran libro. Umberto Eco sabe hacer pensar, aunque quizá ni siquiera ese sea su objetivo, pero te replanteas situaciones olvidadas y admiras la magia de su pluma, su sarcasmo a veces pueril pero siempre sicofántico, la evidente toma de partido entre la voluntad de crear y la voluntad de poder, y sobre todo, el estudio más profuso que se ha hecho (junto con quizá la obra de Nabokov) sobre el inefable misterio de la creatividad humana. Gracias, don Umberto.
#6 Hacía tiempo que tenía este libro es mi lista para leer, y me ha llevado mucho tiempo terminarlo. Como dicen comentarios anteriores, hay páginas muy densas, con muchos detalles que no era capaz de asimilar (para mi las diferencias que intentaban explicar eran mínimas, y me parecía que hablan todo el tiempo de lo mismo). Sin embargo, creo que recrea muy bien la situación que vivieron los protagonistas cuando estaban completamente inmersos en su investigación. Y el final ... es bastante sorprendente.